Las cosas de mi embarazo, sólo por el placer de compartirlas y dejar constacia de ellas.

Sin intención de educar ni dar consejos, puesto que no hay dos embarazos iguales, supongo...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El síndrome del nido

Dicen que cuando estás a punto de dar a luz entran unas ganas incontenibles de limpiar la casa, preparar la habitación del niño, pintar las paredes y todo aquello que implique "poner a punto el nido" para el nuevo inquilino que está por llegar.

Creo que he pasado por el síndrome del nido ya 3 veces y el pequeño sigue sin estrenarlo...

Hace 2 semanas me empleé a fondo con la que será su habitación. Habitación compartida con sus papás, claro, porque un armario empotrado de tres puertas para uso exclusivo de un pequeño de 50 cms me parece exagerado. Pero sí que hemos dejado una bonita estantería blanca para sus cosas, que de momento ocupan muy poquito. Todas esas cosas, sus primeras ropitas y zapatitos, mantitas, sábanas y primeros peluches, que antes estaban acumulándose en nuestra habitación ya tienen su propio espacio. Ese día según me levanté, cogí la escoba, la fregona y el trapo de quitar el polvo y le dí un buen repaso a toda la casa. Cuando ya tenía todo reluciente, me metí en esta habitación y desalojé y reubiqué las cosas nuestras que andaban todavía sin sitio despues de la mudanza y despejé todo el espacio necesario para colocar las pertenencias del pequeño Don Alberto.

Bien, pues después de ese día han pasado dos semanas y dos días sin novedad hasta anteayer, que me dió un "ataque de trapo" mucho más fuerte y no dejé un centímetro de la casa sin brillar como los chorros del oro. Y al día siguiente, como las abuelas, me dio por "limpiar sobre limpio".
Cuando llegamos a vivir a este piso yo ya estaba embarazada de 4 meses y, por ser muy bajos o por ser muy altos, todavía había espacios que eran inaccesibles para mí. Anteayer perdí el miedo a todas esas dificultades y ni altos ni bajos, me agaché, me estiré, me subí al taburete (con mucho cuidado, eso sí) como si tuviese una cintura de avispa y la agilidad de un felino.

Ya podemos decir que he experimentado el síndrome del nido. Sí, me he puesto a limpiar la casa como una loca. Ahora veremos cuánto tiempo tiene que pasar hasta que venga el pequeñín a estrenarlo. De momento, cre que aún me da tiempo a terminar esas fundas para los cojines del sofá que tengo aparcadas desde hace más de un mes.

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